jueves, 25 de febrero de 2010

La princesa y el enano

Lo cierto es que nunca he sido demasiado fan de Óscar Wilde. Tiende a aburrirme su extremado elitismo y barroquismo a la hora de escribir, pero también es cierto que aunque no sea santo de mi devoción, el tío tenía sus momentos. Según mi punto de vista, lo mejor que he leído de ese hombre, lo descubrió Amenábar antes que yo (lo cual no tiene ningún merito porque el amigo Amenábar es como muchipocos años mayor que yo) y lo incluyó en una secuencia de su primera película "Tesis". si ya de por sí, el cuento es precioso, la atmósfera en la que lo envuelve el director en esta secuenia realza muchísimo más todos sus matices. Amén de lo que la escena en sí significa para la película (en lo que no entro porque soy un ser insoportable cuando me pongo a analizar películas). Os dejo primero el cuento, en la versión en que se cuenta en la película y luego la escena tal cual. Os recomiendo que primero leáis y luego veais el vídeo. Vereis como tengo razón y contado en la atmosfera de la trama de la película, gana mucho más.


(A todo esto, el cuento de Wilde se llama "The birthday of the Infanta", por si a alguien le pica la curiosidad.)



Había una vez una princesa que vivía en un palacio muy grande. El día en que cumplía trece años le hicieron una gran fiesta, con trapecistas, magos, payasos… Pero la princesa se aburría. Entonces, apareció un enano, un enano muy feo que daba brincos y hacía piruetas en el aire. “Sigue saltando, por favor” dijo la princesa. Pero el enano ya no podía más. La princesa se puso triste y se largó a sus aposentos…

Al rato, el enano, salió a buscarla, convencido de que ella se iría a vivir con él al bosque. “Ella no es feliz aquí” pensaba el enano. “Yo la cuidaré y la haré reír siempre”. El enano recorrió el palacio, buscando la habitación de la princesa, pero al llegar a uno de los salones vio algo horrible. Ante él había un monstruo con ojos torcidos y sanguinolentos, con unas manos peludas y unos pies enormes. El enano quiso morirse cuando se dio cuenta de que aquel monstruo era él mismo, reflejado en un espejo. En ese momento entró la princesa con su séquito.

-¡Ah! estas aquí, qué bien, baila otra vez para mí, por favor.


Pero el enano estaba tirado en el suelo y no se movía. El médico de la corte se acercó a él y le tomó el pulso.


-Ya no bailará más para vos, princesa- le dijo.

-¿Por qué? .

-Porque se le ha roto el corazón.


Y la princesa contestó


-De ahora en adelante, que todos los que vengan a palacio no tengan corazón.

Y... colorín colorado...¡se nos están acabando las cerillas!



2 comentarios:

  1. La mejor película de Amenábar, sin duda...ni abre los ojos ni hostias

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  2. Bueno, yo soy mas de abre los ojos, pero tesis es un peliculon, no cabe duda...

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